El examen personal de seno es uno de los
métodos más eficaces y que tiene la mujer a su alcance para el
diagnóstico precoz del cáncer de mama.
Este examen consiste en
la palpación detallada de cada seno para detectar la aparición de
alguna alteración o anormalidad.
Es muy importante que se realice cada mes con el fin de que la mujer se
familiarice con la apariencia y consistencia de sus senos.
Paso 1:
Colóquese frente a un
espejo, observe y revise ambos senos en busca de hoyuelos,
desviaciones del pezón o descamación de la piel, especialmente en la
areola.
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Paso 2:
Mirando fijamente el
espejo, coloque las manos detrás de la cabeza y manteniéndola fija,
presione los codos hacia adelante, observando si hay hundimientos en
la piel, el pezón o abultamientos.
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Paso 3:
Con el mismo fin,
coloque las manos sobre las caderas y haga presión firmemente hacia
abajo, inclinándose levemente hacia el espejo impulsando los codos y
los hombros hacia adelante.
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Paso 4:
Levante el brazo
izquierdo por detrás de la cabeza con el codo en alto y con la mano
derecha examine su mama izquierda.
Inspeccione de manera cuidadosa deslizando en forma circular los tres
dedos intermedios de la mano alrededor del seno, comenzando en la
periferia de la parte superior izquierda hasta llegar al pezón. Ponga
especial cuidado en el área de la mama que se encuentra entre el
pezón y la axila. Realice el mismo procedimiento en el seno derecho,
ahora examinándose con la mano izquierda. Este paso puede realizarse
acostada, ya que el tejido se extiende y facilita la palpación o en
la ducha porque los dedos con el jabón se resbalan más fácilmente.
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Es importante que la
mujer esté atenta a sus senos y si observa un signo de alarma como
secreción espontánea amarillenta o sanguinolenta, no inducida; acuda
de inmediato al especialista.
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Los médicos
recomiendan, además, realizar el paso número 4 acostada boca arriba
con una almohada o toalla doblada debajo del hombro. Levante el brazo
y colóquelo sobre la cabeza. Esta posición distribuye el tejido
mamario uniformemente sobre la región central y permite entrever
mejor las lesiones tumorales pequeñas. Con la mano derecha palpa el
seno izquierdo. Como se indicó en el paso 4, lo mismo con el seno
derecho.
Glándula mamaria
La anatomía de la mama femenina cambia según la edad, en vista de
un desarrollo progresivo que se inicia en la pubertad y alcanza su apogeo en el
momento de la lactancia, para posteriormente sufrir cambios regresivos en la
menopausia y la senectud.
INTERROGATORIO
Dolor mamario o mastodinia
Uní o bilateral de localización muchas veces superoexterna con sensación
de tensión mamaria o pinchazo. La relación del dolor con las reglas.
Secreción por el pezón
Características de la secreción, galactorreico o verdoso, si es
espontánea, uní o bilateral, serosa o sanguinolenta.
Signos cutáneos
Retracción del pezón, pérdida del perfil armonioso de la mama (convexa,
abombada o cóncava), lesiones eccematiformes.
Cabe precisar
Progresión de los síntomas, rápido a lento, aumento de volumen, la
posible relación entre la sintomatología y el ciclo menstrual o algún
traumatismo, la existencia de otros signos como fiebre, alteración del estado
general, si toma medicamentos como hormonas (estrógenos) o antidepresivos.
Factores de riesgo
Personales. Número de embarazos, edad de la primera gestación,
lactancia, menarca, edad de la menopausia, tratamientos hormonales, cirugías de
mama (reporte patológico).
Familiares. Cáncer de mama (madre, hermanas).
Interrogatorio: Dolor mamario o mastodinia.
Secreción por el pezón, signos cutáneos, progresión de los síntomas, factores
de riesgo personales y familiares.
TÉCNICA DEL EXAMEN FÍSICO
La mama es un órgano externo que puede explorarse clínicamente por
inspección y palpación. Es conveniente practicar el examen en la fase
posmenstrual y con iluminación adecuada.
Posición de la paciente
El examen ha de ser a la vez estático y dinámico. La paciente de pie o
sentada, de frente, de perfil, con los brazos colgando en estado de relajación
muscular, con las manos primero en las caderas y después sobre la cabeza,
pidiéndole que incline el tronco hacia adelante. La paciente en decúbito
supino, con los brazos primero estirados y después levantados por encima de la
cabeza para examinar la región submamilar. Para terminar, la paciente apoyará
las manos en los hombros del examinador con los codos caídos, para facilitar al
máximo el examen del hueco axilar.
Inspección
Tres órdenes de signos
- Volumen y asimetría
- Retracción o abombamiento
cutáneos
- Ulceraciones, lesiones
eccematiformes
Debe practicarse en todas las direcciones: desplazando la mama, palpar
la totalidad de la región; movilizando la piel con respecto a la glándula
mamaria y sobre todo con respecto al tumor.
Áreas ganglionares
Para las cadenas supra y subclavicular, el encogimiento de los dos
hombros permite examinarlas mejor. Las cadenas axilares se exploran con la
paciente sentada con las manos apoyadas en los hombros o el examinador situado
enfrente de ella. Deberán explorarse las paredes internas y externas,
principalmente la parte inferior y la región retropectoral, orientándose
siempre de acuerdo con la distribución anatómica del sistema ganglionar
regional (véase la figura).
Características de un tumor
Consistencia blanda, elástica, renitente, dura y granulosa; límites
precisos o no; tamaño y movilidad; localización en relación a los cuadrantes;
sensibilidad.
Características de la secreción del pezón
Color seroso, agua de roca, sanguinolento. Galactorrea: blanquecino o
verdoso. La facilidad con que pueda salir y el cuadrante que da salida a la
secreción.
El cáncer
de mama es el crecimiento
desenfrenado de células malignas en el tejido mamarias. Existen dos tipos
principales de cáncer de mama, el carcinoma ductal la más frecuente que
comienza en los conductos que llevan leche desde la mama hasta el pezón y el carcinoma lobulillar que comienza
en partes de las mamas, llamadas lobulillos, que producen la leche materna.
Los principales factores de riesgo de
contraer cáncer de mama incluyen una edad avanzada, la primera menstruación a temprana edad, edad avanzada en el
momento del primer parto o nunca haber dado a luz, antecedentes
familiares de cáncer de mama, el hecho de consumir hormonas tales como estrógeno y progesterona,
consumir licor y ser de raza blanca. Entre 5 a 10 % de los casos, el
cáncer de mama es causado por mutaciones genéticas heredadas.
Para detectar el cáncer de mama, se utilizan
diferentes pruebas como la mamografía,
ultrasonido mamario con transductores de alta resolución (ecografía), una
prueba de receptores de estrógeno y progesterona o imágenes por resonancia magnética. El diagnóstico de cáncer de mama sólo puede adoptar
el carácter de definitivo por medio de una biopsia mamaria. Es ideal hacer biopsias por
punción o aspiración, con aguja fina, con pistola de corte, estos guiados por
ultrasonido o resonancia o usar equipos de biopsia por corte y vacío, los
cuales son capaces de retirar la lesión parcialmente o completamente, según el
caso. Estos pueden ser guiados por estereotaxia (imagen mamografíca guiada por
coordenadas) o por ultrasonido. Si no es posible, se pueden hacer biopsias
incisionales (retirar parte de la masa) o excisionales (retirar toda la masa),
esto puede alterar el estadio del tumor. Mediante ultrasonido, hay nuevas
técnicas que pueden sugerir malignidad, como el doppler, el 3D multicortes o la
elastografia, pero todas deben ser evaluadas y solo se tendrá un diagnóstico
definitivo mediante un Biopsia. Obviamente, por todos los métodos de imagen, se
tienen caracterizaciones de lo que puede ser un cáncer o no, para lo cual, se
usa el método BI-RADS, para decidir la conducta según esa clasificación.
Del total de los carcinomas de mama, menos
del 1 % ocurren en varones. El Día Internacional del Cáncer de Mama se
celebra el 19 de octubre, tiene como objetivo sensibilizar a la
población general acerca de la importancia que esta enfermedad tiene en el
mundo industrializado.
Clasificación
En medicina el cáncer de mama se
conoce con el nombre de carcinoma
de mama. Es una neoplasiamaligna
que tiene su origen en la proliferación acelerada e incontrolada de células que
tapizan, en 90% de los casos, el interior de los conductos que durante la
lactancia, llevan la leche desde los acinos glandulares, donde se produce,
hasta los conductos galatóforos,
situados detrás de la areola y el pezón, donde se acumula en espera de
salir al exterior. Este cáncer de mama se conoce como carcinoma ductal. En el 10% de los
casos restantes el cáncer tiene su origen en los propios acinos glandulares y
se le llama carcinoma lobulillar.
El carcinoma ductal puede extenderse por el interior de la luz ductal e invadir
el interior de los acinos en lo que se conoce como fenómeno de cancerización lobular.
El cáncer de mama ha sido clasificado en base a diferentes
esquemas
TUMORES BENIGNOS DE LA
Los tumores benignos representan
el motivo más frecuente de
consulta ginecológica.
Los cuales se Clasifican y hablaremos de los
más comunes en la consulta:
CLASIFICACIÓN.
I. Tumores mamarios benignos
parenquimatosos
a) Adenoma del pezón
b) Lesiones papilares
c) Adenomas
II. Tumores mamarios benignos
mixtos
a) Fibroadenoma
b) Hamartoma o fibroadenolipoma
III. Tumores mamarios
benignos del estroma y de la piel
a) Tumores benignos del estroma
mamario
b) Tumores de los nervios
c) Tumores benignos con componentes epidérmicos
Anatomía. La estructura ósea
de la caja torácica está formada por la columna vertebral, 12 pares de
costillas y el esternón, además de las escápulas. Las costillas se articulan
hacia atrás con la columna dorsal y hacia delante, las primeras siete se unen
al esternón y las tres siguientes, se van uniendo entre ellas y forman del
reborde costal. Las costillas 11 y 12 son “flotantes” ya que no se unen al
esternón. El reborde costal derecho e izquierdo forman un ángulo llamado ángulo costal. El esternón está
formado por el manubrio (parte superior), el cuerpo y el apéndice xifoides
(entre ambos rebordes costales, se palpa como una punta). Entre el manubrio y
el cuerpo existe un ángulo llamado ángulo
de Louis (o ángulo esternal),
que es fácil de palpar. La parte anterior de la segunda costilla, a cada lado,
llega justo a este nivel. Esta es una referencia anatómica que conviene conocer
ya que palpando el ángulo de Louis uno desliza los dedos hacia el lado y palpa
la segunda costilla y desde ahí se identifica la tercera costilla hacia abajo y
así sucesivamente. Entre cada costilla se ubica un espacio intercostal que toma
el nombre de la costilla inmediatamente por arriba. Es posible palpar
fácilmente desde el segundo espacio intercostal al sexto; más abajo es difícil
porque las costillas se van juntando por delante.
En el
interior de la caja torácica se encuentran los pulmones y las estructuras del
mediastino: corazón, esófago, tráquea, ganglios linfáticos, timo, aorta, vena
cava superior e inferior.
Referencias
anatómicas. Líneas: (son todas
paralelas a una recta que pasa por la columna vertebral)
- por atrás: -línea
vertebral: pasa por las apófisis espinosas. -líneas escapulares (derecha e izquierda): pasa por
la punta de las escápulas
- por los lados: -línea
axilar anterior: pasa por delante de la axila. -línea axilar media pasa por la mitad de la axila. -línea
axilar posterior: pasa por detrás de la axila.
- por delante: -línea
medioesternal: pasa por la mitad del esternón. -línea
medioclavicular (derecha
e izquierda): pasa por la mitad de las Clavículas.
Línea estemal y medio-claviculares
Líneas Axilares
Línea vertebral y escapulares
La
apófisis espinosa de la séptima vértebra cervical (C7) es habitualmente la
más prominente (se nota especialmente al flectar el cuello). La apófisis
inmediatamente más abajo corresponde a la primera vértebra dorsal (T1) y así
sucesivamente hacia abajo. Conviene recordar que la punta de las apófisis
espinosas se ubica, por su anatomía, un poco más abajo que el respectivo
cuerpo vertebral. Para describir algo que está en la espalda sirve de ayuda
contar desde la apófisis espinosa de C7 y hacer la relación con la línea que
corresponda (por ejemplo, describir algo a la altura de T10 con la línea
escapular de un determinado lado).
La punta
de las escápulas, en una persona de pié, con los brazos extendidos a ambos
lados del tronco, llega como al séptimo u octavo espacio intercostal.
Otra
referencia anatómica que conviene tener presente es el ángulo de Louis que ya
se describió. |
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Forma del tórax: normalmente el diámetro
anteroposterior es menor que el transversal y la columna vertebral presenta la
curvatura normal, sin desviaciones a los lados. Algunas alteraciones que se
pueden encontrar, son:
- tórax en tonel: se caracteriza
porque el diámetro anteroposterior ha aumentado haciéndose prácticamente
igual que el transversal. Se observa en pacientes enfisematosos.
- cifosis: corresponde a
una acentuación de la curvatura normal de la columna, de modo que el
paciente queda encorvado.
- escoliosis: es la
desviación de la columna vertebral hacia los lados.
- cifoscoliosis: es la
combinación de los anteriores.
- pectus
carinatum:
cuando el esternón presenta una prominencia como quilla de barco
- pectus
escavatum:
cuando el esternón se presenta hundido
Inspección.
Es importante fijarse en la forma cómo el paciente respira:
- si se aprecia respirando tranquilo o se nota
afligido, como si le faltara el aire (disnea)
- la
frecuencia respiratoria (ej: pacientes febriles pueden presentar
taquipnea)
- la
expansión torácica (ej.: si es una respiración de amplitud normal,
aumentada o superficial)
- la
ritmicidad (ej.: lo normal es que sea regular, pero podría ocurrir que un
paciente presente variaciones con se ve en la respiración de
Cheyne-Stokes)
- la
relación entre la inspiración y la espiración (ej: pacientes con
obstrucción bronquial presentan una espiración prolongada)
- si
presenta cianosis (ej: en los labios, la lengua, las mucosas, los lechos
ungueales, etc.)
- tiraje: se presenta en
pacientes con una obstrucción de la vía aérea alta (ej.: estrechez a nivel
de las cuerdas vocales). Por la dificultad que existe para que el aire
entre al tórax, es necesario hacer más fuerza con lo que se genera una
presión intratorácica negativa mayor y se observa una retracción a nivel
de los espacios supraesternales, intercostales y regiones subcostales.
- aleteo
nasal:
es una apertura mayor de las alas de la nariz con cada inspiración; es un
signo de insuficiencia respiratoria que se observa con más frecuencia en
niños pequeños.
Percusión.
La percusión de los pulmones se efectúa principalmente con el
método indirecto, o sea, usando el dedo medio de una mano como plexímetro y el
dedo índice o medio de la otra mano como percutor (para revisar cómo hacerlo
vea el capítulo sobre Técnicas de Exploración). El método directo, o sea,
percutiendo con los dedos directamente sobre el tórax, ocasionalmente se usa
(por ejemplo, en pacientes con tórax hiperinsuflados).
Se recomienda percutir desde las zonas de mayor sonoridad hacia
aquellas con sonido mate. Por ejemplo, si desea delimitar las bases de los
pulmones, conviene percutir desde el área ventilada de los pulmones en
dirección al abdomen. Cuando el ruido cambia de sonoro a mate, se estaría
pasando de un tejido que contiene aire a otro que no lo contiene. Normalmente,
la base derecha es más alta que la izquierda (por la ubicación del hígado).
El desplazamiento del diafragma se evalúa percutiendo las bases
pulmonares mientras el paciente respira normal, y luego, repitiendo la maniobra
después de haberle solicitado que respire profundo. Lo habitual es un
desplazamiento de 4 a 6 cm.
Cuando existe una condensación pulmonar o un derrame pleural se
escucha un sonido mate en la zona comprometida.
Si al percutir la base pulmonar de un lado se encuentra una
matidez (estando el paciente sentado o de pié), puede ocurrir:
- si se trata de un derrame pleural: la matidez tiende
a ascender hacia el costado, formando lo que se ha llamado la curva de
Damoiseau. Además, muchas veces tiene un carácter más duro por lo que se
ha llamado matidez hídrica (es una característica difícil de constatar).
Una maniobra que puede ayudar a ratificar que se trata de un derrame
pleural es poner al paciente sobre un costado y volver a percutir: se
debería desplazar el líquido hacia el mediastino y, debido a esto, áreas
que antes se percutían mate, ahora se percuten sonoras (esto es válido
siempre que el derrame no esté tabicado).
- si se trata de una condensación pulmonar del lóbulo
inferior (ej.: neumonía o atelectasia extensa): se encuentra una matidez
que no describe la curva de Damoiseau.
- • si se trata de un ascenso del diafragma (porque
una masa intraabdominal lo empuja hacia arriba o porque está paralizado):
también se encuentra una matidez, pero no va a ser posible constatar el
desplazamiento del diafragma con la respiración.
- si
se trata de un pneumotórax: la percusión será sonora, e incluso, en la
medida que el aire en el espacio pleural esté a tensión, puede encontrarse
hipersonoridad o timpanismo.
- "si
se trata de un pulmón con más cantidad de aire, como ocurre en pacientes
enfisematosos o cursando una crisis asmática: se encuentra un ruido sonoro
a la percusión. Además las bases pulmonares tienden a estar descendidas.
Palpación.
Al poner la mano sobre el tórax mientras el paciente habla, se
siente un discreto cosquilleo en la mano. Esto se debe a vibraciones que se
general al interior del tórax. Para hacer más nítida esta sensación,
habitualmente se le pide al paciente que diga algunas palabras, como treinta y
tres, tinguiririca, etc. La mano se aplica especialmente sobre las zonas más cercanas
a los pulmones (espalda, costados, cara anterior) y se apoya abierta en toda su
extensión o se “ahueca” (como formando una concha acústica), apoyando el borde
externo o cubital. Es de mucha utilidad comparar las vibraciones vocales, que es el
término que habitualmente se usa, de uno y otro lado.
La facilidad con que se palpen estas vibraciones vocales va a
depender de varios aspectos:
- el tono de la voz
- la fuerza con que la persona habla
- la zona que se palpa (por ejemplo, cerca de la
tráquea se siente más nítido)
- el grosor de la pared torácica (que depende
fundamentalmente de la grasa subcutánea)
- la integridad del tejido pulmonar (por ejemplo, en
los enfisemas, el parénquima pulmonar está disminuido, existe más aire
“atrapado”, y las vibraciones se sienten más débiles)
- elementos que se interponen entre los grandes
bronquios y la pared del tórax (por ejemplo, en condensaciones, como
ocurre con las neumonías, se transmiten mejor las vibraciones vocales; en
cambio, cuando existe líquido, como ocurre en los derrames pleurales, o
cuando se interpone aire, como ocurre en los pneumotórax, las vibraciones
vocales se palpan menos o simplemente, no se palpan.
Ocasionalmente, en algunos pacientes sometidos a procedimientos
(ej.: instalación de un tubo pleural), filtra aire al tejido subcutáneo y al
palpar la pared se palpan unas crepitaciones. Esto se llama enfisema subcutáneo (tenga presente que no tiene
relación con el llamado enfisema
pulmonar, que es un daño de los pulmones; y respecto a las “crepitaciones”
que se palpan, no tienen relación con unos ruidos pulmonares que llevan el
mismo nombre y que se describen más adelante).
Información que
se obtiene al complementar la información obtenida con la percusión y la
palpación:
- en el caso de los derrames pleurales: se encuentra
matidez a la percusión (eventualmente con curva de Damoiseau) con
disminución de las vibraciones vocales a la palpación.
- en el caso de condensaciones pulmonares: se encuentra
matidez en la percusión con aumento de la transmisión de las vibraciones
vocales en la palpación.
- en el caso de una atelectasia: se comporta parecido
a un derrame pleural (pero no se da una curva de Damoiseau)
- en el caso de un hemidiafragma ascendido: matidez de
la base, falta de desplazamiento con la respiración, ausencia de
transmisión de vibraciones vocales en esa zona.
•en el caso de un pulmón enfisematoso, una crisis asmática, o un
pneumotórax: sonoridad o hipersonoridad a la percusión y disminución o ausencia
de transmisión de vibraciones vocales.
Fíjese que incluso antes de practicar la auscultación, mediante la
percusión y la palpación ya se tiene información valiosa respecto a lo que está
ocurriendo en los pulmones. De toda formas, no se sienta frustrado(a) si las
diferenciaciones no son tan claras (por ejemplo, muchas veces se encuentran
condensaciones pulmonares asociadas a derrames pleurales, y los hallazgos al
examen físico no son tan nítidos).
Auscultación.
Consiste en escuchar los ruidos que se generan en los pulmones
bajo las siguientes condiciones:
- con la respiración
- al emitir palabras
Los ruidos pulmonares se originan debido al paso de aire por las
vías aéreas en la medida que se generen flujos turbulentos, como ocurre en la
laringe y en la bifurcación de bronquios grandes y medianos. A medida que los
bronquios se dividen, el área de sección va aumentando, y como consecuencia, la
velocidad del flujo disminuye. Cerca de los alvéolos el flujo es laminar y no
genera ruidos.
De acuerdo a diferentes estudios, los ruidos que se auscultan en
la superficie de la pared torácica se generan en los bronquios mayores,
principalmente lobares y segmentarios. Los ruidos que llegan a la periferia son
de baja frecuencia, ya que el pulmón sirve de filtro para los sonidos de alta
frecuencia.
Al auscultar los pulmones se deben cubrir todos los sectores, sin
olvidar de auscultar debajo de las axilas. Tal como debe ocurrir con la
palpación y la percusión, con la auscultación también se deben comparar los
hallazgos de un lado con los del otro lado.
Habitualmente se ausculta con la membrana del estetoscopio y se le
solicita al paciente que respire por la boca y más profundo. Esto permite
escuchar los ruidos en forma más nítida. En todo caso, es necesario saber
adaptarse a ciertas condiciones que presentan algunos enfermos: pacientes con
sus facultades mentales comprometidas que no colaboran, el caso de los niños
pequeños, personas que generan ruidos a nivel de la garganta cuando respiran,
etc.
Examen del abdomen
Desde el punto de vista del examen del abdomen,
conviene tener presente las estructuras que están contenidas en él y la forma
de reconocerlas: su ubicación, tamaño y las alteraciones que pueden presentar.
En el abdomen se ubica gran parte del sistema
digestivo, incluyendo el tubo digestivo, hígado, vesícula, páncreas; los
riñones y estructuras urológicas; las glándulas suprarrenales, el bazo; y en la
mujer, su sistema reproductivo, incluyendo ovarios, trompas y útero. Cada una
de estas estructuras tiene una ubicación y tamaño, desempeña funciones y es
fuente de alteraciones y enfermedades. El detalle conviene revisarlo en textos
de anatomía y fisiopatología.
Algunos puntos de referencia del abdomen son: los
rebordes costales, el apéndice xifoides, el ombligo, las espinas ilíacas
anterosuperior en cada lado, las regiones inguinales y el borde superior del
pubis.
Para describir la ubicación de los hallazgos del
examen físico, el abdomen se divide en cuatro o en nueve secciones. En el
primer caso, se trazan dos líneas imaginarias perpendiculares que pasan por el
ombligo y delimitan cuatro cuadrantes: superior derecho e izquierdo, e inferior
derecho e izquierdo. Si se divide en nueve secciones o regiones, se trazan dos
líneas que en su extremo superior son la continuación de las líneas torácicas
medioclaviculares que hacia abajo llegan a los extremos laterales del pubis, y
dos líneas horizontales, pasando la primera por el punto inferior del reborde
costal a cada lado (10ª costilla), y la segunda, por las crestas ilíacas anterosuperiores.
Se constituyen así las siguientes regiones, de derecha a izquierda: en el
tercio más alto: hipocondrio derecho, epigastrio e hipocondrio izquierdo; en el
tercio medio: flanco derecho, región umbilical y flanco izquierdo; en el tercio
inferior: fosa ilíaca derecha, hipogastrio y fosa ilíaca izquierda.
Usando las divisiones anteriores, conviene tener
presente la ubicación en la cual se encontrarían las distintas estructuras
intraabdominales, como se indica a continuación.
División por cuadrantes:
- Cuadrante
superior derecho:
hígado y vesícula biliar; cabeza del páncreas, parte del riñón derecho,
glándula suprarrenal derecha, partes del tubo digestivo (ángulo hepático
del colon).
- Cuadrante
superior izquierdo: bazo, lóbulo izquierdo del hígado, cuerpo y cola del páncreas,
parte del riñón izquierdo, glándula suprarrenal izquierda, partes del tubo
digestivo (ángulo esplénico del colon).
- Cuadrante
inferior derecho:
ciego y apéndice; ovario y trompa derecha; polo inferior del riñón y
uréter derecho; otras partes del tubo digestivo (colon ascendente), canal
inguinal.
- Cuadrante
inferior izquierdo: colon sigmoides y parte del colon descendente; ovario y trompa
izquierda; polo inferior del riñón y uréter izquierdo, canal inguinal.
División en nueve regiones:
- Hipocondrio
derecho:
lóbulo hepático derecho, vesícula biliar, parte del riñón derecho,
glándula suprarrenal, ángulo hepático del colon.
- Epigastrio: estómago, duodeno,
páncreas, parte del hígado, aorta, vena cava inferior.
- Hipocondrio
izquierdo:
bazo, cola del páncreas, ángulo esplénico del colon, polo superior del
riñón izquierdo, glándula suprarrenal.
- Flanco
derecho:
parte del riñón derecho y del colon ascendente.
- Región
umbilical:
porción inferior del duodeno, intestino delgado, aorta, vena cava
inferior.
- Flanco
izquierdo:
parte del riñón izquierdo y del colon descendente.
- Región
ilíaca derecha:
ciego, apéndice, extremo inferior del íleon, ovario, desembocadura del
uréter, canal inguinal.
- Región
del hipogastrio o suprapúbica: útero, vejiga, colon sigmoides.
- Región
ilíaca izquierda:
colon sigmoides, ovario, desembocadura del uréter, canal inguinal.
En la pared posterior del abdomen se
reconocen fundamentalmente las regiones lumbares que son la
continuación de los flancos y se extienden desde las 12as costillas
hasta el tercio posterior de las crestas ilíacas. Los riñones son órganos
ubicados en el retroperitoneo y su parte más superior queda a la altura de las
dos costillas flotantes. En el ángulo costovertebral, que se
localiza entre el borde inferior de la 12ª costilla y las apófisis transversas
de las vértebras lumbares altas, se puede reflejar dolor proveniente de los
riñones.
Es posible que el paciente refiera
dolores en el abdomen que se generan fuera de él. Por ejemplo, una neumonía
basal puede doler en uno de los hipocondrios; un infarto agudo de la cara
inferior del miocardio puede doler en el epigastrio; un herpes zóster
intercostal, a veces se asocia a dolores referidos al abdomen. En otro sentido,
un problema intraabdominal puede dar dolor en regiones distantes. Por ejemplo,
un neumoperitoneo o un proceso anexial puede asociarse a dolor en un hombro.
Examen del abdomen.
Debe efectuarse con una iluminación adecuada y
exponiendo el abdomen en forma amplia de modo de efectuar una buena
observación, desde la parte baja del tórax hasta las regiones inguinales, pero
sin exponer los genitales externos para respetar el pudor del paciente. Este
debe estar en decúbito supino y es necesario que relaje al máximo su
musculatura abdominal. Para esto conviene que tenga sus brazos a los lados o
sobre el pecho, pero en ningún caso hacia arriba; la cabeza sobre una almohada
y, eventualmente, las piernas semiflectadas con una almohada bajo las rodillas.
El examen habitualmente se efectúa desde el lado derecho, pero conviene tener
destrezas para examinar desde ambos lados.
No hay que olvidar de examinar las regiones
inguinales (p.ej.: una pequeña hernia crural puede ser la explicación de una
obstrucción intestinal).
En tiempos fríos, es necesario cuidar que las manos
y el estetoscopio estén templados de modo que el paciente no tenga sobresaltos.
Puede ser necesario lavarse las manos con agua caliente, frotárselas, o
comenzar el examen palpando sobre la camisa del paciente hasta sentir las manos
más tibias y entonces descubrir el abdomen. En personas que sufren de
cosquillas conviene mover las manos lentamente, evitando movimientos bruscos e
inesperados; al principio el examinador podría colocar su mano sobre la del
paciente y comenzar a examinar de esta forma, y después de unos instantes pasar
al examen directo.
Las zonas en las cuales puede haber dolor conviene
examinarlas al final.
Inspección.
Interesa ver la forma del abdomen, si existen zonas
solevantadas bajo las cuales pueda haber un proceso expansivo, los movimientos
respiratorios, si existen cicatrices o hernias. También puede ser importante
fijarse en la presencia de manchas o lesiones de la piel, en la distribución
del vello, o si existe circulación colateral anormal.
Los movimientos respiratorios se aprecian en la parte
alta del abdomen. Lo normal es que con la inspiración se produzca un
abombamiento de esta zona debido al descenso del diafragma que presiona y
empuja las vísceras. En casos de insuficiencia respiratoria o parálisis
diafragmática, en vez de un abombamiento puede ocurrir una depresión si el
diafragma es arrastrado hacia arriba por la presión negativa que se genera
dentro del tórax (respiración paradojal). En la parte alta del abdomen
se puede observar, especialmente en personas delgada, un latido transmitido
desde la aorta descendente.
En ocasiones se ven unas estrías de
distensión que corresponden a rotura de fibras elásticas de la piel.
Se encuentran en los flancos y partes bajas del abdomen. Son de color blanco y
ocurren en mujeres que han tenido embarazos y en obesos que han bajado de peso.
Cuando tienen una coloración púrpura se asocian a un exceso de glucocorticoides
(p.ej.: síndrome de Cushing).
En hemorragias peritoneales puede aparecer en la
región periumbilical una coloración azulada que constituye el signo de
Cullen (p.ej.: en embarazo tubario roto). En pancreatitis aguda
necrohemorrágicas, con sangramiento hacia el retroperitoneo, puede aparecer una
coloración azulada en las regiones lumbares (signo de Grey Turner).
En personas muy delgadas es posible ver movimientos
peristálticos de asas intestinales. Esto es más evidente cuando existe una
obstrucción intestinal aguda que se asocia a distensión del intestino y aumento
del peristaltismo.
El ombligo normalmente es umbilicado o plano.
Cuando existe ascitis se puede ver evertido (protruye hacia afuera). Una onfalitis es
una inflamación del ombligo que se manifiesta por enrojecimiento y secreción.
La distribución del vello pubiano es diferente en
el hombre que en la mujer. En el primero tiene una distribución romboidal,
llegando hasta el ombligo. En la mujer es de tipo triangular, sin vello hacia
el obligo. Esta distribución se altera cuando existen cuadros feminizantes en
el hombre o virilizantes en la mujer asociados a cambios hormonales.
Si existen hernias (umbilical, inguinal, crural),
se hacen más evidentes cuando la persona puja. Una eventración es
la protrusión de tejidos intraabdominales a través de zonas débiles de la
musculatura abdominal en cicatrices quirúrgicas, pero contenidas por la piel.
Originan las hernias incisionales. En una evisceración ocurre
una salida de asas intestinales fuera del abdomen por dehiscencia de la sutura
de una laparotomía o a través de una herida traumática.
A nivel de la línea media del abdomen, por encima
del ombligo, puede ocurrir un abombamiento en relación a maniobras de Valsalva
(aumento de la presión intraabdominal) por separación de los músculos rectos (diástasis
de rectos) y no tiene mayor importancia. En otros casos, puede existir un
pequeño defecto o solución de continuidad de los planos más profundos de la
pared, en dónde se puede presentar una hernia de la línea alba (o línea
blanca).
Algunas masas ubicadas en la pared abdominal se
podrían hacer más notorias al solicitar al paciente que ponga la musculatura
del abdomen tensa (p.ej.: levantando la cabeza y hombros o intentando
sentarse).
Algunas cicatrices quirúrgicas que se pueden
encontrar son las siguientes:
·
de McBurney: es una incisión en el cuadrante inferior
derecho, paralela a las fibras musculares del músculo oblicuo externo a unos 3
cm de la espina ilíaca anterosuperior, que se usa en apendicectomías.
Ocasionalmente, especialmente en apendicitis de difícil diagnóstico o
complicadas con peritonitis, se usa una incisión paramediana derecha
infraumbilidal, que permite un mayor campo operatorio.
·
de Kocher: es una incisión subcostal derecha, paralela al
reborde costal, y que se usa para colecistectomías. Para esta operación también
se usa una incisión paramediana derecha supraumbilical. Actualmente
la mayoría de las colecistectomías se efectúan mediante laparoscopía y las
incisiones que se encuentran son pequeñas (en reborde del ombligo y una o dos
en cuadrante superior derecho).
·
Incisión mediana supraumbilical (usada para operaciones
del estómago y otras estructuras del hemiabdomen superior).
·
de Pfannenstiel: es una incisión arqueada por encima de la
sínfisis pubiana en el sentido del pliegue suprapúbico, que se usa para
efectuar cesáreas u operaciones ginecológicas como histerectomías. Antes era
frecuente que se hiciera una incisión mediana infraumbulical.
Las circulaciones venosas colaterales anormales que
se pueden observar son del siguiente tipo:
·
Porto-cava: se observa cuando está aumentada la
circulación venosa por las venas periumbilicales, debido a una obstrucción de
la vena porta, tal como ocurre en pacientes con cirrosis hepática avanzada. Las
venas irradian desde ombligo hacia la periferia y el flujo venoso sigue el
mismo sentido. Da lugar a la llamada "cabeza de medusa".
·
Cava-cava: es una circulación venosa colateral
que se ve cuando existe una obstrucción de la vena cava inferior; las venas se
desarrollan en las regiones laterales del abdomen y la sangre fluye en sentido
ascendente.
La dirección del flujo de una vena
se aprecia apoyando los dedos índices de cada mano sobre un segmento de la
vena, en un trayecto que no reciba tributarias colaterales. Estando los dedos
juntos y aplicando un poco de presión, se separan de modo de exprimir toda la
sangre del interior del segmento. Luego se levanta uno de los dedos y se ve la
rapidez con la que la vena vuelve a llenarse de sangre: si ocurre
inmediatamente, la sangre fluye en ese sentido; si la vena permanece un tiempo
colapsada, quiere decir que el dedo que todavía la comprime impide el flujo. Se
repite la maniobra levantando uno u otro dedo hasta estar seguro de la
dirección de la sangre.
La forma del abdomen puede ser
diferente. Esto depende de la edad, de la relación entre el peso y la talla, de
la constitución del cuerpo, de lo atleta o sedentaria que sea la persona y de
alteraciones que puedan existir: tumores, ascitis, meteorismo (gas aumentado en
el intestino). Normalmente tiene una forma redondeada o plana. En personas
delgadas y en decúbito dorsal se aprecia un abdomen excavado (escafoide o cóncavo).
Si se aprecia abultado se habla de un abdomen globuloso o prominente.
Cuando en decúbito supino el abdomen impresiona que se "rebalsa"
hacia los lados se le llama en alforjas; si estando de pie, se
aprecia un gran pliegue que cuelga del hemiabdomen inferior se llama en
delantal.
La presencia de tumores o masas es otra importante
observación. El aumento de volumen por un útero grávido es unas situaciones
bien conocidas. La característica principal es el crecimiento desde el
hipogastrio hacia arriba, con una convexidad superior. Algo parecido ocurre con
una vejiga distendida que no puede vaciarse (globo vesical). Una gran
esplenomegalia podrá dar un abultamiento en el cuadrante superior izquierdo;
una hepatomegalia, en el cuadrante superior derecho. Con frecuencia, para
detectar estos abultamientos es necesario fijarse bien, contar con una
iluminación algo tangencial para que las curvaturas en la superficie del
abdomen se dibujen mejor, y solicitar al paciente que respire profundo, de modo
que al bajar el diafragma las vísceras protruyan.
Auscultación.
Lo que se trata de auscultar son ruidos que derivan
de la movilidad del intestino y posibles soplos vasculares. Se efectúa antes de
la percusión y la palpación ya que éstas pueden alterar los ruidos
intestinaleso ruidos hidroaéreos. La auscultación debe ser
metódica y cubrir los distintos cuadrantes del abdomen.
Mediante la práctica, es necesario familiarizarse
con las características de los ruidos normales para poder distinguir cuándo
están aumentados y cuándo disminuidos. Como todos los sonidos, se puede
distinguir frecuencia, intensidad, tono y timbre. Lo normal es escuchar como
clics o gorgoteos regulares, entre 5 a 35 por minuto. Cuando el gorgoteo es
prolongado y de tono bajo se habla de borborigmo("gruñidos
gástricos"). En las diarreas los ruidos intestinales o hidroaéreos están
aumentados en frecuencia e intensidad.
Cuando el estómago está distendido con líquido
porque existe una obstrucción a nivel del píloro o un poco más abajo (síndrome
pilórico), o porque se ingirió una gran cantidad de líquido en las horas
anteriores, al sacudir al paciente se puede auscultar en la región epigástrica
un bazuqueo gástrico que son ruidos de tono alto semejantes a
los que se escuchan al agitar un tonel parcialmente lleno de líquido.
Cuando existe una parálisis intestinal (íleo
paralítico), desaparece el peristaltismo y con ellos, los ruidos
intestinales, y se escucha un silencio abdominal. Para concluir que
los ruidos intestinales están ausentes, se debe auscultar unos 3 a 5 minutos.
Las asas intestinales se distienden con líquido y aire; si al paciente se le
sacude, se auscultan ruidos de sucusión, semejantes al bazuqueo gástrico.
Habitualmente se escuchan en todo el abdomen.
En un íleo mecánico, por obstrucción
intestinal, los ruidos están aumentados junto con la mayor actividad
peristáltica. Se escuchan ruidos de tono alto y en secuencias que aumentan
junto con el incremento del dolor de carácter cólico.
Otros ruidos que se pueden auscultar son soplos por
flujos turbulentos dentro de las arterias: aorta (en línea media,
supraumbilical), renales (paramediano supraumbilical, a cada lado), ilíacas
(paramediano infraumbilical, a cada lado), femorales (en las regiones
inguinales). Pudieran escucharse mejor con la campana del estetoscopio. En todo
enfermo hipertenso se deben buscar soplos que deriven de la estenosis de alguna
de las arterias renales; se ausculta en el epigastrio, hacia lateral, y en los
ángulos costovertebrales. El escuchar un soplo que ocurre durante la sístole
solamente en la proyección de la aorta descendente, las ilíacas o las
femorales, no implica necesariamente que exista una estenosis de la arteria; es
más específico si el soplo se escucha en la sístole y la diástole.
En mujeres embarazadas se pueden auscultar
los latidos cardíacos fetales a partir de las 16 a 18 semanas.
Se escuchan mejor con una corneta especial que usan los obstetras y matronas.
Percusión.
Normalmente al percutir el abdomen se escuchan
ruidos sonoros que reflejan el contenido de aire en el tubo digestivo.
Frente a un abdomen distendido, la percusión puede
ayudar a diferenciar si la distensión es por acumulación de gas (meteorismo),
líquido en el peritoneo (ascitis), o un aumento de volumen anormal
(tumor, globo vesical, útero miomatoso, etc.).
Si el problema es acumulación de gas, se escucha
una hipersonoridad o un timpanismo.
Si se trata de ascitis, al percutir el
abdomen estando el paciente está decúbito supino, se delimita un área central
de sonoridad normal, rodeada por una zona periférica en los flancos e
hipogastrio de sonoridad mate, con una concavidad superior a nivel del
hipogastrio. Como el líquido de la ascitis se desplaza con los cambios de
posición, se percute también el abdomen poniendo al paciente primero en un
decúbito semilateral y luego en el otro. El líquido se desplaza hacia el nivel
más bajo. Con la percusión se delimita el cambio entre el sonido claro y el
sonido mate que ocurre en los flancos. Se deja una marca con un lápiz, que se
pueda borrar. Al mirar las marcas que se efectuaron en los flancos en cada
decúbito, se puede encontrar una matidez desplazable, que si es de
más de 4 cm, sugiere la presencia de ascitis. En un cuadro de íleo paralítico,
en que se acumula líquido en las asas intestinales, también se puede encontrar
matidez desplazable. En este caso, se deben considerar otros aspectos clínicos
para hacer un diagnóstico diferencial.
Un signo que se ha usado para identificar si un
paciente tiene ascitis es el signo de la ola que consiste en
dar unos golpes en un hemiabdomen y ver si se reflejan ondas hacia el otro
hemiabdomen (tal como ocurre al lanzar una piedra en una laguna quieta que
genera ondas que migran hacia la periferia). Para evitar que las ondas que se
propagan se deban a un efecto del tejido adiposo de la pared abdominal, se
coloca una mano de canto en la línea media del abdomen. No es un signo
confiable ya que tiene falsos positivos y falsos negativos.
Si el problema es un útero aumentado de volumen o
una vejiga distendida (globo vesical), se encuentra una matidez en el
hipogastrio que tiene una convexidad de sonoridad clara superior.
En el epigastrio y la parte medial del hipocondrio
izquierdo se encuentra habitualmente una zona de mayor sonoridad que
corresponde a aire contenido en el estómago. Esto se acentúa después de ingerir
una bebida gaseosa, en que se percute timpanismo por la distensión del
estómago.
En el examen del hígado, la percusión se utiliza
para precisar el límite superior, por la cara anterior: se percute desde el 3er
espacio intercostal a nivel de la línea medioclavicular y se va descendiendo;
el nivel en que el sonido para de claro a mate corresponde al hígado.
Habitualmente se ubica en el 5º a 7º espacio intercostal. Debe recordarse que
este nivel puede cambiar según el paciente esté en inspiración o en espiración.
Para delimitar el borde inferior del hígado se utiliza predominantemente la
palpación, aunque también se puede usar la percusión. En este caso, se comienza
percutiendo más abajo del reborde costal y se va subiendo por la línea
medioclavicular hasta encontrar el nivel de transición entre un ruido sonoro y
uno mate. Si se ha efectuado una marca entre el límite superior e inferior del
hígado, se tiene la proyección hepática que normalmente es de 6 cm
a 12 cm. Valores mayores a 12 cm sugieren una hepatomegalia. Ocasionalmente no
se encuentra la matidez hepática por la interposición de un asa del colon entre
el hígado y la pared torácica o porque existe un neumoperitoneo (p.ej.: úlcera
duodenal perforada). Al delimitar el borde inferior del hígado con la
percusión, se facilita la palpación posterior. Con la inspiración profunda, el
hígado baja unos 2 a 4 cm. Estos cambios de la posición del hígado con la
respiración deben ser considerados al estudiar la proyección hepática de
modo de hacer la medición ya sea en inspiración o en espiración.
El bazo también se explora mediante la percusión.
Se encuentra en una posición oblicua a nivel subcostal en el hemitórax
izquierdo, por detrás de la línea medioaxilar. Se percute estando el paciente
en decúbito supino tratando de encontrar una pequeña área de matidez esplénica
que puede estar entre la 6ª y la 10ª costilla, y que en condiciones normales no
sobrepasa la línea axilar media. Si la matidez se extiende más allá de la línea
axilar anterior, existiría esplenomegalia. Posteriormente el examen debe
complementarse con la palpación del polo inferior del bazo.
Palpación.
Se comienza efectuando una palpación
superficial mediante la cual se buscan puntos dolorosos y se evalúa si
la pared abdominal es depresible. Cuando existe resistencia muscular, puede ser
voluntaria o involuntaria. En el primer caso puede deberse a tensión nerviosa,
temor a sentir dolor, frío o cosquillas. Es necesario tranquilizar al paciente
y solicitarle que se relaje. El examinador debe poner su antebrazo y mano en
posición horizontal, y los dedos van examinando ejerciendo una presión suave y
uniforme. Se recorre el abdomen en todos sus cuadrantes teniendo presente qué
se puede llegar a palpar en cada sector de acuerdo a la anatomía normal. Cuando
existe resistencia muscular involuntaria el abdomen se encuentra rígido, poco
depresible. La rigidez puede ser difusa (p.ej.: peritonitis generalizada) o
localizada (p.ej.: apendicitis aguda contenida). Algunos cuadros neurológicos impiden
al paciente relajar bien su abdomen (p.ej.: tétanos, demencia).
A continuación se efectúan una palpación
profunda mediante la cual se identifican con más detalles las
estructuras intraabdominales. Es frecuente que se pueda desencadenar una
molestia al presionar sobre el ciego, colon sigmoides, aorta, línea media bajo
el xifoides. Al repetir la palpación con cuidado es posible que la molestia no
se repita. La palpación profunda se puede efectuar con una o las dos manos. Al
usar ambas manos se coloca una sobre la otra, de modo que la de más arriba
ejerce la presión y la de abajo efectúa la palpación. En obesos esta técnica
puede resultar conveniente. Algunas personas prefieren palpar colocando una
mano al lado de la otra.
Al sentir una masa se debe precisar su localización,
tamaño, forma, consistencia, sensibilidad, pulsación, movilidad y movimientos
con la respiración. Ante la duda si la masa es de la pared o intraabdominal
se solicita al paciente levantar su cabeza y hombros con lo que contrae los
músculos abdominales: si es de la pared, sigue palpándose; si es profunda, se
vuelve más difícil de sentir.
Algunas masas crecen del hipogastrio hacia arriba:
vejiga distendida, tumor ovárico, útero miomatoso. También lo hace un útero
grávido. En estos casos se palpa una masa con una convexidad superior. Otras
masas tienen una localización diferente según procedan del apéndice, del colon,
ganglios retroperitoneales, aorta, páncreas, estómago, vesícula biliar, hígado,
bazo, riñones, etc. En cada caso se debe precisar cada una de los atributos que
se mencionaron más arriba.
Si existe dolor es necesario precisar su
localización, irradiación, maniobras que lo aumentan o lo disminuyen. Un
examinador delicado trata de provocar el menor dolor posible, sin perder información
necesaria para el diagnóstico. Aunque habitualmente se palpa con los dedos de
la mano, algunos dolores se localizan mejor con un sólo dedo.
Algunas afecciones tienden a doler con más
frecuencia en sitios específicos. Una apendicitis duele al presionar
inmediatamente lateral al punto medio de una línea imaginaria que se proyecta
entre el ombligo y la espina ilíaca anterosuperior. Una colecistitis aguda bajo
el reborde costal derecho, lateral al borde del músculo recto abdominal. Una
diverticulitis duele en el cuadrante inferior izquierdo.
Uno de los dolores más fuerte se deben a la
irritación del peritoneo. En estos casos puede bastar una suave presión o
incluso la sacudida que se produce al percutir para desencadenar dolor. Cuando
el paciente tose, también se desencadena dolor. En las peritonitis agudas se
describe el signo del rebote (signo de Blumberg) que
consiste en un dolor que se produce al retirar rápidamente del abdomen los
dedos que examinan. Duele más al retirar la presión que al ejercerla. Este
signo se desencadena efectuando la maniobra incluso alejado del sitio de mayor
dolor.
Palpación del hígado.
Con la punta de los dedos de la mano derecha,
estando el examinado a la derecha del paciente, se va al encuentro del borde
inferior del hígado mientras el paciente efectúa una inspiración profunda por
la boca. Algunas personas prefieren hacer la misma maniobra pero con los dedos
paralelos al reborde costal y otros tratan de engancharlo orientando la mano
desde el tórax hacia el abdomen, y arqueando los dedos en el reborde costal.
También puede rendir solicitar al paciente que sostenga la respiración después
de una inspiración profunda. Otra maniobra que puede ayudar a tener un mejor
rendimiento es colocar la mano izquierda bajo la parrilla costal en la parte
más baja y presionar hacia arriba tratando de bascular el hígado. La
alternativa sería colocar la mano empuñada entre la pared costal y la
superficie de la cama formando una cuña. Por último, la información que se ha
obtenido mediante la percusión del borde inferior del hígado puede orientar la
palpación.
Los dedos deben partir en búsqueda del borde
hepático alejados del reborde y al encontrarlo, deben dejar que la superficie
del hígado se deslice bajo ellos. La palpación se comienza en la línea medioclavicular
y se va repitiendo hacia el epigastrio o más allá si el lóbulo izquierdo está
hipertrofiado. Esto permite identificar las características del borde del
hígado y de su superficie, y la consistencia del tejido.
Es muy frecuente que el borde inferior del hígado
no se logre palpar. Si se palpa, debe ser firme, liso uniformemente y no
doloroso. En algunas enfermedades estas características cambian. En la cirrosis
hepática el borde es más cortante, la consistencia dura y la superficie podría
encontrarse nodular. En un tumor hepático, se puede encontrar un nódulo duro, y
es frecuente que se de en el contexto de un hígado cirrótico. Un hígado
congestivo por insuficiencia hepática es de borde romo, puede ser algo
sensible, y la consistencia firme. En una hepatitis aguda infecciosa el hígado
está algo crecido y puede ser sensible al palparlo. Ocasionalmente se palpa un
lóbulo derecho del hígado que desciende hasta al cresta ilíaca y que es una
variante anatómica sin mayor importancia (lóbulo de Riedel).
Vesícula biliar.
Normalmente no se palpa. Se localiza por debajo del
borde hepático, a la altura del borde lateral de músculo recto abdominal.
Cuando se inflama (colecistitis), al tratar de palparla se produce dolor
al presionar es ese sitio al final de una inspiración (signo de Murphy).
Podría palparse una masa de bordes poco precisos por confluencia de tejidos
vecinos como el epiplón (plastrón vesicular). La impactación de un
cálculo biliar en el conducto cístico puede llevar a una vesícula palpable (hidrops
vesicular). La palpación de una vesícula que no duele en un paciente
ictérico mayor de 50 años hace plantear el diagnóstico de un cáncer que
obstruye el colédoco o la ampolla de Vater (signo de Courvoisier). Una
masa dura en relación al borde hepático puede tener relación con un tumor
canceroso de la vesícula o del hígado.
Bazo.
Solamente el polo inferior es palpable. Se examina
con la mano derecha, estando el paciente en decúbito supino y el examinador a
su derecha. Normalmente, en los adultos no se logra palpar, aunque existen
excepciones. Si es palpable, significa que está aumentado de volumen en la
mayoría de los casos. Crece hacia abajo y adelante. Los dedos de la mano que
examina se dirigen hacia el hipocondrio izquierdo, y van al encuentro del polo
inferior del bazo mientras el paciente efectúa una inspiración profunda por la
boca. Conviene no partir muy cerca del borde costal ya que un bazo grande
podría escaparse. Algunas personas prefieren además apoyar la mano izquierda
bajo la parrilla costal y presionar hacia adelante tratando de hacer el bazo
más prominente.
Se debe identificar el tamaño y la consistencia del
bazo. Cuando está crecido como respuesta a una infección (p.ej.: fiebre tifoidea,
endocarditis bacteriana) es de consistencia blanda. En procesos infiltrativos
como en un linfoma, la consistencia es mayor. En ocasiones alcanza un gran
tamaño (p.ej.: leucemia mieloide crónica). Una causa frecuente de
esplenomegalia es por hipertensión portal en el curso de una cirrosis hepática.
Las hemólisis crónicas también dan esplenomegalia.
Otra posición usada para palpar el polo inferior
del bazo es un decúbito lateral derecho, con las piernas semiflectadas de modo
de relajar la musculatura abdominal. El examinador se coloca detrás del
paciente para palpar el hipocondrio izquierdo con sus dedos en garra (posición
de Schuster).
Riñones.
Generalmente no son palpables. Se ubican en la
parte más posterior del abdomen, retroperitoneal. En su parte superior quedan
protegidos por las costillas flotantes. El derecho es un poco más bajo que el
izquierdo y su polo inferior tienen más posibilidades de ser palpable. Existen
alteraciones renales en las que están más grandes y se logran palpar con más
facilidad: hidronefrosis, riñón poliquístico, tumor renal. Una ptosis renal
también facilita lo mismo.
Cuando se palpa con las dos manos, una por delante
y otra por atrás, ayuda a fundamentar que se trata de un riñón si se
percibe contacto lumbar, o sea, el empuje que se ejerce desde atrás
se transmite hacia adelante.
Para palpar el riñón derecho estando el paciente en
decúbito supino y el examinador en el lado derecho, se coloca la mano izquierda
a nivel de la región lumbar, inmediatamente por debajo de las costillas, y la
derecha, sobre el flanco, lateral al borde del músculo recto abdominal. Se
ejerce presión logrando un efecto de "sándwich". Una maniobra que
puede aumentar la posibilidad de palpar el polo inferior es pedir al paciente
que inspire profundo por la boca y en ese momento el examinador trata de "atrapar"
el riñón con sus manos, al descender; en la espiración libera la presión y el
riñón se debiera "escapar".
Para palpar el riñón izquierdo desde el lado
derecho del paciente, es necesario colocar la mano izquierda en la fosa lumbar
izquierda del paciente, quedando con posibilidad de empujar hacia adelante, y
con la mano derecha se palpa en el flanco. La otra forma es ubicándose el
examinador en el lado izquierdo del paciente para examinar en forma parecida a
lo que se hizo con el riñón derecho. En este caso, la mano derecha del
examinador se ubica en la fosa lumbar y la izquierda palpa por el flanco.
Aorta.
Es posible palpar en personas de contextura
delgada. Es frecuente sentir en la región del epigastrio un latido transmitido
de la aorta. En mayores de 50 años es importante tener una mayor preocupación
por evaluar su diámetro ya que con la edad es más frecuente encontrar
dilataciones aneurismáticas. Para evaluar este aspecto se usan las dos manos
puestas en el epigastrio a cada lado de la línea media, o ligeramente hacia la
izquierda. El diámetro normal, sin contar con la contribución de la pared
abdominal, no supera los 3 cm (promedio 2,5 cm). Si se sospecha un aneurisma,
conviene evaluar al paciente con una ecotomografía.
Otros aspectos del examen abdominal.
En pacientes con ascitis se puede
encontrar el signo del témpano que se debe en gran medida a
que algunas vísceras están como flotando en el líquido del peritoneo. Esto
determina que al palpar el borde inferior del hígado o el bazo, y empujar dando
como golpecitos suaves, se siente que los dedos chocan contra algo que flota en
el líquido. Otro signo que ya se mencionó más arriba en la sección de la
percusión, es el de la onda líquida (signo de la ola) que no es
confiable.
Una técnica que se ha descrito para precisar el
borde inferior del hígado consiste en colocar la membrana del estetoscopio
sobre la zona hepática en la cara anterior de la parrilla costal y con un dedo
de la otra mano se rasca ligeramente la superficie del abdomen mientras se
ausculta. El rasquido se va acercando hacia la parrilla costal y al alcanzar el
borde del hígado el sonido se intensifica.
La prueba del músculo psoas-ilíaco se
usa en los casos en que existe la sospecha que una apendicitis. Se solicita al
paciente que levante su pierna derecha estirada y el examinador le opone
resistencia con una mano apoyada sobre el muslo. El signo sería positivo si
desencadena dolor en el cuadrante inferior derecho.
Hernias de la región ínguino-crural.
Una hernia es la protrusión de
tejidos (epiplón, asas intestinales, ovario, etc.) contenidos en un saco
herniario (habitualmente formado por peritoneo), a través de un anillo u
orificio. En la región ínguino-crural se manifiestan por hernias inguinales
(indirecta y directa) y crurales (o femorales). Las hernias inguinales
indirectas pasan por el orificio inguinal profundo (lateral a los
vasos epigástricos inferiores), descienden por el canal inguinal y pueden
atravesar el anillo inguinal externo; las hernias inguinales directas aparecen
por la pared posterior del canal inguinal (medial a los vasos epigástricos
inferiores). Las hernias crurales pasan por detrás del ligamento inguinal,
medial a la vena femoral, siguiendo el curso del canal femoral. Las inguinales
se ven por encima del ligamento inguinal y las crurales por debajo de él.
Cuando una inguinal desciende hasta la cavidad escrotal constituye una hernia
ínguino-escrotal.
Las hernias pueden ser congénitas o adquiridas. Los
esfuerzos físicos y la necesidad de aumentar en forma repetida la presión intraabdominal,
como ocurre en personas constipadas o en hombres con crecimiento de la
próstata, favorece su aparición.
Habitualmente el paciente nota un abultamiento que
sale especialmente al caminar o estar de pie. También al toser o pujar. Al
acostarse, tiende a desaparecer (hernia reductible). En otras ocasiones
no se logra reducir totalmente (hernias irreductibles). Esto puede
ocurrir por adherencias que se han formado, porque es de gran tamaño y "ha
perdido el derecho a domicilio" o porque está atascada o estrangulada.
Una hernia atascada es aquella que no se puede reducir pero no
tiene compromiso de los vasos sanguíneos. Una hernia estrangulada tiene
además compromiso vascular que puede determinar una necrosis de los elementos
contenidos en el saco herniario. En este caso, que habitualmente se acompaña de
mucho dolor, no se deben efectuar maniobras para reducir el contenido al
abdomen por el riesgo de producir una peritonitis.
Las hernias inguinales indirectas son más
frecuentes en niños y jóvenes de sexo masculino. Las inguinales directas se
presentan en personas mayores. Las crurales, se ven especialmente en mujeres y
tienen tendencia a atascarse con lo que pueden producir una obstrucción
intestinal.
Se comienza examinando al paciente mientras está en
decúbito dorsal. Si la hernia está afuera, es fácil de ver y palpar. De no ser
así, se le solicita al paciente que tosa o efectúe una maniobra de Valsalva
para hacerla más evidente. Otra alternativa es examinarlo de pie y que puje. En
esta posición el rendimiento del examen es mejor. Al salir la hernia se aprecia
un abultamiento y al aplicar presión con los dedos es posible reducirla
nuevamente al interior del abdomen. Cuando esto ocurre, se siente el
deslizamiento del contenido del saco herniario hacia el interior del abdomen y
eventualmente se escucha el gorgoteo de asas intestinales. Esta sensación es
categórica de la existencia de una hernia.
Otra maniobra que se puede efectuar en hernias
inguinales es introducir un dedo hacia el canal inguinal a través del anillo
inguinal externo, invaginando la piel del escroto. Este anillo normalmente no
permite el paso del dedo, pero podría estar dilatado por la presión que ha ido
ejerciendo la hernia, especialmente si es de un tamaño significativo. Cuando el
paciente puja, el saco herniario choca con el dedo. No interesa tanto
distinguir entre una hernia inguinal directa o indirecta ya que el cirujano
tendrá la referencias anatómicas en forma más confiables al momento de operar.
Las hernias crurales deben buscarse en forma muy
dirigida, especialmente frente a un cuadro sugerente de una obstrucción
intestinal.
El diagnóstico diferencial se hace con adenopatías
y abscesos.
El tacto rectal debe ser considerado como parte del
examen del abdomen ya que puede aportar información valiosa.
Se puede efectuar con el paciente en distintas
posiciones: (a) en decúbito lateral, habitualmente sobre el lado izquierdo, con
ambas piernas flectadas a nivel de las caderas y rodillas, o con la extremidad
de más abajo extendida y la de más arriba semiflectada (posición de Sims);
(b) estando el paciente en decúbito dorsal con ambas extremidades inferiores
flectadas y separadas; (c) estando el paciente en decúbito ventral sobre una
mesa ginecológica, o de pie, pero flectado hacia adelante, apoyando sus manos
sobre la camilla, o en una posición genupectoral en la que se apoya sobre las
rodillas y codos. Cualquiera sea la posición elegida, se debe respetar el pudor
del paciente.
En la inspección de la región anal se aprecia el
aspecto de la piel, si existe humedad, o si se ven hemorroides externos,
fisuras, orificios fistulosos, u otras lesiones (papilomas, condilomas, etc.).
Podría ser conveniente disponer de una linterna para tener una mejor
iluminación. Ante la sospecha de un prolapso rectal se le solicita al paciente
que puje. También podrían protruir pólipos o hemorroides internos.
Cuando se observa una lesión se ubica según los
punteros del reloj, definiendo las 12:00 horas en la línea media ventral y las
6:00 horas, en la línea media dorsal.
Luego se efectúa la palpación colocándose un guante
desechable y lubricando el dedo índice con vaselina, dejando en la punta un
poco más. Con el dedo enguantado y con vaselina se lubrica un poco el orificio
externo del ano y se introduce el dedo con cuidado de modo de desencadenar un
mínimo de molestias. En la introducción se aprecia el tono del esfínter anal.
Cuando el examen provoca dolor o en personas tensas es frecuente encontrar un
tono aumentado, en cambio, en ancianos o pacientes con lesiones neurológicas,
se encuentra disminuido. Una fisura o un hemorroide trombosado pueden generar
tanto dolor que el tacto no es posible efectuar. Un absceso perianal puede dar
una zona abultada y dolorosa.
Introducido el dedo se aprecia la cavidad de la
ampolla rectal, sus paredes y el contenido de deposiciones. En la pared
anterior se palpa la próstata en los hombres y el cuello uterino en las
mujeres. Es importante fijarse si existe alguna estrechez, dureza o formación
en las paredes de la ampolla que sea sugerente del crecimiento de un tumor. En
apendicitis aguda el fondo derecho es sensible.
La próstata se palpa normalmente como una nuez de
un diámetro de unos 4 cm, cuya pared posterior protruye hacia el lumen rectal
aproximadamente 1 cm. Se distinguen dos lóbulos laterales y un surco central.
La superficie debe ser lisa y la consistencia como cauchosa. A veces se palpan
las vesículas seminales en la parte de más arriba. En personas mayores de 40
años la próstata puede estar aumentada de volumen por una hipertrofia benigna (adenoma
prostático). Si se palpa un nódulo de consistencia más dura que el resto de
la glándula o de forma irregular debe plantearse la posibilidad de un cáncer.
La deposición que se observa en el guante al
retirar el dedo se debe observar. Normalmente es blanda y de un color marrón
(castaño). Si es de color negro, sugiere sangre de la parte alta del tubo
digestivo; si se acompaña de sangre fresca, el sangramiento sería bajo; si la
deposición es pálida, podría reflejar una falta de pigmentos biliares en un
paciente ictérico y con patología biliar. A pesar que tenga un aspecto normal,
conviene efectuar una prueba para detectar sangre oculta en la deposición
(existen unos tarjetones que se manchan con una muestra de deposición y luego
se agrega un reactivo que revelará la presencia de sangre si está presente).
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